Jaime Ibacache Burgos
Medico navegante del Archipiélago de Chiloe
En la Rio Sur, lancha
mítica de antiguas maderas rojas, viajamos…
Pasa un cormorán rasante
que deja caer graznidos sobre la
cubierta donde vamos tratando de abrir
la niebla a pestañazos.
La marea comienza a bajar
y “la raya” de Chequián, aquella
bamboleante queda atrás. Hoy es un día
donde el sol se niega a salir. Debe ser
otoño.
Pasan por el costado, pequeñas lanchas con familias nucleares ,
todos chonos sin duda. Sonrientes alzan las manos mientras los hijos pequeños
cuelgan de sus cuellos entre cañerías amarillas por donde el oxígeno permite la
ancestral labor del buceo.
Allá hacia el Este aparece Isla Alao, nombre chono que tiene que
ver con una “caleta protegida” o también con “lugar donde resplandece la luna”. Una isla pequeña pero
profunda. Es lo que yo llamo el Chiloe
Profundo. Aquel territorio que tiene en su seno historias de profundas inequidades pero también profundas
historias de sabiduría por donde se mueve la vida y la muerte.
Y como de moverse se
trata, comenzamos a caminar por las laderas atravesando cercos de arrayanes
multiformes y contorneados. La mañana tiene olor a broza.
La casa de Enedina está en
lo alto de una colina desde donde se ven las islas de Chaulinec y de Apiao. Hay un caballo, varias gallinas que
revolotean, cerdos que se pierden entre los matorrales y barro, mucho barro.
Ella vive con su hijo, su
hija, su marido y su padre, don
Eugenio. Mítico viviente insular con 104
años de vida.
Hoy pasamos a saludar y
conversar sobre la socio-historia del territorio. Enedina está preocupada pues
según ella su hija de 16 años tiene una dolencia extraña.
Llegamos a media mañana
y Enedina prepara una ceremonia que es parte
de la tradición oral en los pueblos originarios. El diagnostico a partir de la
respiración de la paciente .
Para esto, ella toma una gallina y antes de sacrificarla
hace soplar a su hija 4 veces en el pico de esta. Luego sacrifica el plumífero
y revisa los órganos tratando de encontrar alguna evidencia diagnostica de la
dolencia. El cual según ese conocimiento, se expresa en alguno de los órganos ,
Revisa uno por uno los
principales órganos de la gallina, cuando llega al corazón exclama : ¡aquí
está! Es un susto! Yo lo sabía!. En la punta del corazón de la gallina veo una
mancha amarillenta.
Continúa
desplumando el ave, mientras yo pienso en la historia de este conocimiento tan
vital y de cómo hoy por ejemplo hay investigaciones desde el enfoque Biomédico
respecto del análisis de la respiración para acercarse a los diagnósticos. Como
por ejemplo el estudio del Dr. Alan Barbour de la Universidad de California
respecto de la severidad de las
infecciones del cuerpo a través del análisis de la respiración. (Dr.
Alan Barbour; Breath analysis: Noninvasive
way to quickly determine
severity of bacterial infections. University of
California Irvine, 2012
http://www.news-medical.net/news/20130802/Breath-analysis-Noninvasive-way-to-quickly-determine-severity-of-bacterial-infections.aspx)
La
gallina, como “espirogallinómetro” u
otro, es un recurso muy utilizado en sectores insulares aún. Hay registros
que hablan de la utilización de la
gallina viva en partos domiciliarios para
la reanimación de del recién nacido cuando este ha nacido con algún
grado de depresión respiratoria. En estos casos se coloca la gallina cerca de
la boca del recién nacido, donde a través de su pico estimula y absorbe secreciones. Estimulación neurovegetativa y despeje de via
aérea.
Bueno…un
rato después la gallina ya pelada ingresa en una olla donde la esperan otros
ingredientes. Tras un tiempo prudente ya estamos en la mesa compartiendo este
recurso diagnóstico y de sanación. Evidentemente una buena chicha de manzana no
puede dejar de ser compartida en este
ritual.
La
hija de Enedina hace tiempo que presenta
conductas extrañas. La han llevado por
varios lugares y médicos de la medicina
occidental, sin resultados. Hoy a través
de este ritual nos acercamos al diagnóstico. El Susto es ya el inicio para
profundizar la investigación en este caso.
Pasaron
pocos días para que Enedina diera con el origen del Susto.
En
Chiloé el susto, espanto o pesar, es un síndrome que se presenta con frecuencia,
en especial en niños, aún cuando igualmente afecta a adultos. Tiene una
causalidad que en algunos casos se identifica como natural y en otros como sobrenatural
o personalista, sin embargo, en ambos casos se asocia estrechamente a factores
emocionales, principalmente al haber sufrido una experiencia imprevista que produjo
temor o miedo. Se trata de una dolencia que se presenta sola o junto a una
enfermedad orgánica (como causa de dicha enfermedad o en forma conjunta) y se
trata principalmente en el sistema médico tradicional, pero también en forma complementaria
en el sistema biomédico cuando se asocia a un trastorno orgánico. (Sindromes
Culturales en Archipiélago de Chiloe. 2009)
La
hija de la Sra Enedina había presentado alteraciones de conducta, insomnio y
algunas crisis de movimientos que fueron interpretados como convulsiones por
los médicos occidentales y por lo tanto se le había indicado interconsultas con
neurólogos para exámenes y tratamientos. Pero la Sra. Enedina, si bien es cierto
adhiere a la medicina occidental, se preguntaba siempre que quizás lo que su
hija tenia era un Susto que estaba provocando estas convulsiones. Lo que los
médicos le decían que era una Epilepsia y de causa desconocida, pues no tenían
antecedentes que explicaran esta enfermedad.
Después
de la “espirogallinometría” ella confirmó sus sospechas y entendió mejor que
era necesario complementar las indicaciones occidentales con la realización de
un ritual y la toma de remedios para el Susto.
Este pensamiento trajo tranquilidad al hogar.
En
Chiloé los tratamientos para el susto son realizados sólo por algunas de las
sanadoras entrevistadas y por un sanador. Hay tambien historias de madres que cuando sus hijos presentan Susto, son ellas
mismas , sin ser sanadoras, les hacen remedios para el susto ,Este conocimiento era
generalizado entre las personas, no una práctica restringida sólo a algunos.
Este saber se fue perdiendo en el tiempo y se dejó de practicar, “porque ya empezaron a llegar los remedios y
la gente se empezó a atender en los hospitales”. De esta forma, el conocimiento
fue quedando en algunos pocos sanadores y sanadoras que fueron conservando ésta
y otras prácticas vinculadas a la curación de dolencias y síndromes locales. ( Sindromes
Culturales en Archipiélago de Chiloe. 2009)
Al
final de la tarde Don Eugenio con sus 104 años nos cuenta historias de mares
chonos y nuestra imaginación vuela y navega por las islas y canales del
conocimiento incluyente.