miércoles, 2 de abril de 2008

La maja de la cultura en peligro

Don Armando y su prensa
foto: jaime ibacache burgos




La plancha metalica con su "gallito" fijador

foto: jaime ibacache burgos


jaime ibacache burgos

Hace un para de dias me fui navegando por las islas de Añihue y Metahue en el archipielago de las Butachauques. Era un dia soleado. La brisa salina veloz salpicaba de tanto en tanto mi rostro feliz de no estar en una oficina gris lejos de la gente, justo al frente de la plaza mayor de una ciudad cada dia mas apestosa.
En Añihue conoci a don Armando, un caballero que abrio su casa de puerta en puerta para mostrarnos sus secretos de vida. Por entre techos bajos y golpes en la cabeza recorrimos su vida en un par de horas. Nos mostro su maquina para hacer chicha de manzana, con sus tornillos de luma confeccionados por el mismo. Preocupado por la sequía nos contaba que este año habría menos chicha de manzana para compartir con los amigos en esos dias de fiesta y minga solidaria. Amigos que cada dia eran menos pues mucha gente ya no trabaja la cultura de bordemar sino que se ha empleado en las salmoneras del sector. Era impresionante ver las boyas negras amenazantes frente a isla Lin Lin, como verdaderas calles prohibidas para la navegación de lo lugareños. Alli en esas fabricas de oro naranjo es el vino de mala calidad y los licores fuertes los que alegran e intoxican cada dia a los chilotes. Se va perdiendo la ritualidad del beber la chicha hecha por la familia y ya en los jóvenes comienzan las adicciones.
Don Armando nos muestra un meson de trabajo para hacer muebles de madera que tiene mas de 100 años , lo troco por un par de ventanas de alerce a un amigo mayor que no lo ocupaba. Nos abre las puertas de su taller y alli está. Hermoso, hecho de nobles maderas, sin ningun clavo en su estructura. Impresionante.
Sobre el meson descansa la plancha metalica de su madre, que llena de brasas en su interior planchaba camisas y pantalones de aquellos años. Hay olor a recuerdo , hay sensaciones de nostalgia. Pero tambien hay en don Armando una fuerza interior de vida que solo mantienen aquellos hombres y mujeres insulares, quienes han recorrido la Patagonia, que han desafiado a vela los mares y respetan los signos de la naturaleza.
En la feria de Achao me encuentro con la abuela Leo, que cura el susto. Esta sentada entre sus verduras. "Tengo fogon nuevo, vaya a verme " -me dice. Una sonrisa a media dentadura y un beso en la mejilla me protegen contra los males.

Vuelvo, como siempre a la ciudad apestante...pero mañana seguro que vuelvo a embarcarme en un lanchón a vela, para viajar por la sabiduria de esta gente.

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